No, no eres tonto, solo estás quemado

No me gustaba nada.

Tener que escribir el pliego de condiciones técnicas para una estación de tren que se iba a construir en un pueblo de España de cuyo nombre no quiero acordarme, para que el alcalde de turno renueve mandato en las elecciones que estaban por venir, no me motivaba lo más mínimo y era un auténtico coñazo. Hablando claro.

Cuando estaba en aquella empresa de ingeniería, era un zombi. Hacía mi trabajo por inercia, sin ningún nervio.

A veces, mi jefe de entonces cuando me explicaba algo y se ponía muy perfeccionista, yo desconectaba.

Él, por cómo me hablaba entonces, se debía pensar que era tonto por creer que no tenía ni idea de lo que me estaba hablando. 

Veía mi cara de total apatía, y lo interpretaba como que no tenía ni idea. Me hablaba como si no entendiera nada de nada.

Yo no comprendía esa actitud.

Y quizás te ha pasado que por estar quemado, actúas por inercia, como yo entonces, y tu entorno lo interpreta a su manera, sintiéndote incomprendido.

No sabes explicar a los demás cómo te sientes, por qué estás bajo de energía ni por qué tienes ganas de nada en esos momentos.

E igual tú tampoco lo entiendes y te empiezas a contar una historia que no tiene que ver contigo.

Como que si eres tonto, incapaz, o X.

Pero nada más lejos.

Puedes probar a ver con perspectiva tu día a día y preguntarte qué es lo que te agota.

A partir de ahí, podrás ver qué hábitos puedes incorporar a tu día a día para salir de ese agotamiento.

Más en mi newsletter. Abajo puedes suscribirte gratis.

Por tu recuperación,

Manuel Umbert