Mi primera vez

Fue una etapa interesante. 

El Erasmus.

Por un lado, estaba muy a gusto con las amistades de esa etapa, las fiestas, los viajes por Italia… pero por otro, cuando estaba solo, era un verdadero agobio estar a merced de mis pensamientos.

Como que, dejaba de estar distraído con lo de fuera y mi mente empezaba a reproducir las películas de terror habituales.

Y yo, que aún no entendía a la mente, me pasaba todos esos ratos con la misma conversación por dentro, intentando convencer a mi mente de que de lo que hablaba no era así.

Que eso que tanto temía no tenía sentido porque me lo había dicho la psicóloga de entonces.

Que no era verdad.

Y no entendía por qué aparecían tantas dudas, tantos pensamientos, tanto estrés…

Un día, estaba solo en mi habitación. 

Ya era de noche y veía una película en mi ordenador.

Tenía la cabeza agotada de haber estado buena parte del día pensando.

Entonces apareció en esa película un personaje que me llamó la atención y sentí una sensación extraña que no entendía.

Era como que estaba sintiendo algo que temía sentir, que probaba que eso que temía, se estaba volviendo realidad.

Lo que tanto le intentaba demostrar a mi mente razonando con ella acababa de pasar.

Entonces mi corazón empezó a latir con bastante fuerza. Me quedé paralizado. No podía articular palabra.

Estaba sintiendo mi primer “ataque de pánico”.

Años después entendí que cuando uno se enfoca demasiado en algo que teme, algo con lo que uno se pasa el día dándole vueltas, es como que la mente lleva toda su atención a cualquier señal que parezca indicar que la amenaza es inminente. 

Que eso que tanto temes va a pasar ya.

A partir de ahí, uno puede sentir algo que temía sentir, por el simple hecho de llevar demasiado la atención a eso que temía.

Fue una experiencia reveladora al fin y al cabo.

Si hay algo que te estresa porque crees que puede suceder, y estás viviendo en una tensión constante. Agotado día sí, día también, doy claves sobre el burnout a diario en mi newsletter gratuita. Aquí abajo puedes suscribirte.

Por tu paz renovada,

Manuel Umbert.