¿Vergüenza? 

¿De qué te avergüenzas?

¿Te avergüenzas de sentir tensión en situaciones en las que consideras que deberías fluir con total calma? ¿Te dices que ya eres mayorcito para sentirte así?

¿O te avergüenzas de que te reprochen que no tienes tiempo para nadie y que siempre estás cansado? ¿Incluso te lo dices tú cuando se trata de tus hijos o familia?

¿O quizás de ese pensamiento que te revuelve por dentro?

Esa imagen o esas frases que no entiendes por qué aparecen en tu cabeza y que te generan estrés. Que empiezas a darle vueltas aun cuando estás agotado o agotada.

Todo eso igual lo vives con vergüenza, no lo entiendes, y buscas rechazarlo y ocultarlo a toda costa.

Tal vez, aprendiste que sentir X o Y no era bueno, estaba mal, o significaba que tal…

Te propongo no solo que revises esas creencias sobre lo que experimentas, sino que este fin de semana hagas un ejercicio de empatía contigo mismo:

Escribe una carta.

A mano, nada de ordenador.

De ti para ti.

Pon la mentalidad de que eres tu mejor amigo o tu mejor amiga y escríbete una carta reconociendo que posiblemente el camino que te ha llevado a donde estás ahora igual no fue tan fácil, y habla contigo de eso que te avergüenza.

Sé todo lo empático que puedas contigo mismo. Ponte de tu parte.

Y, si quieres, me cuentas a ver cómo te vas sintiendo.

Yo también lo haré.

Buen finde,

Manuel Umbert