Para.

¿Recuerdas el mito de Sísifo?

El rey griego que fue condenado por los dioses a cargar con una piedra ladera arriba de una montaña, pero que al llegar arriba, la piedra caía y tenía que volver a empezar.

Y así por toda la eternidad.

Bien, pues en el trabajo igual te ocurría algo parecido.

Quizás creías que no podías parar de trabajar hasta que hayas terminado todas las tareas, porque así te sentirías más liberado de esa tensión que te presiona a acabar ya.

Como si cuando llegases arriba de la montaña, esta vez, por fin, la roca se quedaría ahí definitivamente y los dioses te levantarían el castigo.

Pero vas viendo que no es así.

Que cuando acabas unas tareas, vienen otras y otras y otras.

Y si tú estás en ese estado de tener ansias por acabar, solo hace que intentes ir cada vez más rápido y quemarte más. 

Y, ¿qué pasa con los descansos?

No el sueño, sino las pausas que haces durante o al final del día.

Si te fijas, en esa mentalidad de querer subir la roca con la esperanza de que sea la definitiva, el descanso no tiene lugar.

Y cuando haces esas pausas, igual estás en tensión y con la mente:

“todavía falta esto por hacer…”

“estás perdiendo el tiempo…”

“venga, termina ya”

Esto es agotador.

Para ser productivo y sentir paz en tu trabajo al mismo tiempo, puedes probar a enmarcar los descansos como un descansos estratégico, para poder hacer tu trabajo sin tanta carga.

Que te sirvan esas pausas para respirar, bajar revoluciones y reincorporarte a tus tareas con más claridad mental.

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Buen finde,

Manuel Umbert.